Cuando nos vamos a comer una ensalada, en ocasiones, abrimos la nevera y nos encontramos con una lechuga blanda y algo pocha, para conservar la lechuga fresca y crujiente, lo mejor es mantenerla en el lugar más fresco de la nevera (entre 3ºC y 4ºC).
Cuando la vas a servir en tu ensalada, métela previamente en un bol con agua y hielo, de esta manera recuperará la hidratación que necesita y el hielo hará que quede nuevamente crujiente.
Ya sabes, desde hoy, ya no tendrás problemas para presentar una ensalada con una lechuga bien fresca y tiesa.
¡Feliz día!
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